Sara Vallejo tiene 79 años, tres hijos, tres nietos y un bisnieto. Pero Sara no es una abuela como cualquier otra. Ella no se queda en su casa, quejándose por los dolores que el paso del tiempo le provoca, mirando una novela y recordando viejas aventuras. Ella todavía las vive: desde el mes pasado está recorriendo –por tramos sola, por tramos acompañada– Sudamérica en un motorhome que compró tras vender casi todas sus pertenencias.
«Siempre viví al borde de lo aceptado socialmente», admite Sara, quien nació en Buenos Aires pero se mudó a Tucumán en 1959, tras casarse por primera vez. Empezó a estudiar inglés a los 44, tuvo decenas de trabajos, se jubiló, se separó del padre de sus hijos y se volvió a enamorar de otro hombre. «Era un persona muy aventurera, similar a mí. Todo fue muy bien, hasta que en 2009 se enfermó y murió. Me alegro de haberlo disfrutado, pero uno no se puede quedar en el pasado», reflexiona hoy la abuela.
«¿Y ahora qué?», se preguntó entonces. Y encontró la respuesta en su gran pasión: viajar. El año pasado, durante una charla con un amigo, se le ocurrió una idea tan tentadora como arriesgada: «‘Hiciste de todo, pero nunca anduviste en motorhome’, me dijo. Y no me lo pude sacar más de la cabeza». No tardó mucho en decidirse. Armó un plan, se lo comunicó a su familia («me dijeron que estaba loca, pero nunca han podido conmigo», bromea) y se puso manos a la obra. Le faltaba, claro, lo más importante: el motorhome.
«En Argentina no encontré lo que buscaba. Al final apareció uno en Estados Unidos, pero son vehículos muy caros», explica la jubilada, quien tuvo que desprenderse de casi todas sus pertenencias para poder comprarlo: «Armé una venta de garage, vendí la casa que tenía en Yerba Buena y hasta mi auto».
Traer el motorhome al país fue una misión imposible por las trabas en las importaciones. Por eso, el viaje de Sara empezó en Montevideo, el pasado 8 de agosto. En poco más de un mes ya recorrió varias ciudades uruguayas y brasileñas. Ahora está en Río de Janeiro. «¿Miedos? ¿A qué? Es cuestión de tomar la decisión y dar el primer paso. El segundo viene solo», asegura.
Sara, que ofrece charlas para sustentar sus gastos y actualiza constantemente su recorrido en Facebook, no sabe hasta dónde llegará ni cuándo volverá al país: «Una buena idea sería festejar mis 80 en Tucumán, en marzo. Pero no sé. Me voy a quedar el tiempo que crea necesario y voy a ir a donde tenga ganas. A donde me lleve el viento…».
Por Sebastián Lozano para Clarín.